Howard Phillips Lovecraft y Las Mejores Peliculas Basadas en sus Relatos

Las mejores adaptaciones del maestro del terror


Howard Phillips Lovecraft

Howard Phillips Lovecraft ha dejado por escrito una obra de ficción de las más influyentes y transformadoras de todos los tiempos. Aquí están algunas de las adaptaciones a peliculas más relevantes de sus espeluznantes historias.

De todos los nombres inseparables de la historia de la literatura de terror, el de Howard Phillips Lovecraft (1890-1937) ocupa un puesto privilegiado, quizás tan solo por detrás del de Edgar Allan Poe (1809-1849). Tenía una vida precaria y tendencia a la reclusión, Lovecraft pasó buena parte de su breve vida en su querida ciudad natal de Providence, Rhode Island, escribiendo relatos y novelas cortas de terror que apenas lograba publicar en pequeñas revistas pulp de la época, ampliamente denostadas por el público general. Pero mediante esas historias fue poco a poco construyendo un universo fascinante de científicos incautos, furiosas divinidades antiguas y sectas paganas cuyos elementos comunes, como la Universidad de Miskatonic, el libro ficticio Necronomicón o el colosal dios alienígena Cthulhu parecen haber trascendido la propia figura del autor.

Fiel a su característico estilo tenebroso y barroco, donde el texto se revuelve frenético o se congela paralizado ante los horrores innombrables y los abismos inefables a los que se asoman sus protagonistas, Lovecraft fue pionero en lo que se ha venido a llamar el terror cósmico: el miedo incontrolable ante lo absolutamente inhumano, enteramente indiferente a nuestra especie, un horror que se resiste a cualquier conceptualización. Este estilo tan particular puede parecer especialmente difícil de adaptar al cine, pero la colosal influencia del autor en el terror contemporáneo ha hecho casi inevitable que algunos valientes se atreviesen a llevar sus relatos a la gran pantalla. 

Lovecraft fue atormentado por su imaginación desbordada; tenía terror a lo desconocido, una aversión desmesurada al mar; en todas sus obras es un lugar donde viven criaturas espantosas y seres terribles. Era solitario, pesimista, misántropo y racista. Aunque era profundamente ateo, en su universo no faltan dioses, seres despiadados para los que los humanos son poco más que ganado. Su estilo no es para todo el mundo, es barroco, recargado, denso, con muchos adjetivos, pero es único recreando un ambiente de terror, sus palabras producen tal sensación de inseguridad y desazón que a mí me resulta imposible leerlo por la noche, antes de dormir, si estoy sola en casa. Tuve que traducir un cómic basado en su obra, Relatos de Yuggoth y otras historias y evitaba trabajar de noche, me moría de miedo. Sus temas más recurrentes –el conocimiento prohibido de la verdad que conduce a la locura, la culpa atávica que nos hace responsables de los actos de nuestros antepasados, la imposibilidad de escapar al destino– y su imaginario de seres terribles y fabulosos han hecho que sea un favorito del mundillo friki (lo digo con cariño, de hecho, en él me incluyo). Además, para todo dibujante es un reto ilustrar ese mundo oscuro y fantástico, y son muchos los cómics y novelas gráficas que adaptan la obra de Lovecraft y otros tantos los que se basan en el universo lovecraftiano.

Tuvo contacto con Robert E. Howard, Clark Ashton Smith, Robert Bloch, Frank Belknap Long, August Derleth y otros escritores de literatura fantástica. A pesar de su carácter adusto y su dificultad de relacionarse con otras personas, mantenía regularmente correspondencia con ellos, a quienes consideraba buenos amigos, pese a no haber conocido a casi ninguno en persona.
Ese nutrido grupo de escritores llegó a conocerse como el Círculo de Lovecraft, ya que tomaban prestados elementos de sus relatos —dioses como Cthulhu y Azathoth, y lugares como Miskatonic y Arkham— para utilizarlos en sus propias historias, con la connivencia de Lovecraft; incluso en ocasiones con su ayuda. Fueron los esfuerzos del Círculo de Lovecraft los que evitaron que su nombre y su obra desaparecieran en el olvido tras su muerte, ya que en vida solo publicó en revistas pulp como Weird Tales.

            

1. El palacio de los espíritus (Roger Corman, 1963)

El palacio de los espíritus

Gracias a cineastas como Mario Bava y productoras como la británica Hammer, el cine de terror de bajo presupuesto vivió una era dorada en los años sesenta. El cine de color se democratizaba, la censura se relajaba un poco, y ya era posible grabar brillantes producciones llenas de imágenes sugerentes y terroríficas. Era cuestión de tiempo que un maestro del terror como H. P. Lovecraft fuera objeto de alguna adaptación, y la tarea recayó en Roger Corman y su habitual aliado Vincent Prince. Si bien El palacio de los espíritus toma el título de un poema de Edgar Allan Poe, su trama está inspirada en realidad en la novela corta de Lovecraft El caso de Charles Dexter Ward, en el que el susodicho Charles se obsesiona con su antepasado Joseph Curwen, un supuesto brujo con el que comparte un parecido espeluznante.

Situada mayoritariamente en el ominoso y siniestro castillo de CurwenEl palacio de los espíritus hace buen uso de los tropos tradicionales del cine de terror para construir poco a poco una un ambiente inquietante y una trama convincente, beneficiada ante todo por las interpretaciones de Vincent Prince como Charles Dexter Ward y de Debra Paget como Ann Ward, la que acaba siendo la protagonista secreta del film. La película, aunque predecible y parsimoniosa en ocasiones y con un clímax estropeado por unos efectos especiales rudimentarios incluso para la época, acaba siendo un sólido ejemplo de terror clásico y una elección perfecta para disfrutar de unos cuantos escalofríos una tarde de domingo.

2. El monstruo del terror (Daniel Haller, 1965)

El monstruo del terror

Después de Vincent Prince, era el turno de otro icono del cine de terror, Boris Karloff, de encarnar a un personaje de H. P. LovecraftEl monstruo del terror es la adaptación considerablemente libre del relato El color que cayó del cielo, en el que asistimos a unos jóvenes amantes atrapados en un siniestro castillo, personajes que caen extrañamente enfermos, monstruosos experimentos aberrantes y a un solemne Karloff en silla de ruedas intentando camuflar todo lo posible su acento.

Si bien es cierto que la película no se beneficia de su comparación con El castillo encantado, cuya ambientación e interpretaciones la superan con creces, quizás triunfe donde la anterior fallaba. Aunque sus efectos especiales no son mucho más trabajados, las amorfas y terroríficas imágenes que nos presentan, desde un invernadero de colores alucinogénicos a un meteorito de un brillo maldito, trasladan a la pantalla mucho mejor el sabor de ciencia ficción paranormal del terror cósmico de Lovecraft, y nos regalan una serie de momentos ridículamente originales que rescatan una película por lo demás confusa y sorprendentemente lenta para no llegar a los ochenta minutos de duración. Más barata y menos sofisticada que El castillo encantado, es sin embargo más salvaje y desenfadada y quien asegure que vio venir su delirante desenlace, está mintiendo.

3. La maldición del altar rojo (Vernon Sewell, 1968)

La maldición del altar rojo

Boris Karloff regresa en uno de sus últimos papeles en esta adaptación del relato Los sueños en la casa de la bruja de mano de Vernon Sewell y esta vez cuenta con el apoyo de otro imprescindible del cine de terror clásico, Christopher Lee. La presencia de Lee como antagonista, junto a una trama centrada en un incauto forastero que choca contra las tradiciones esotéricas de un pueblo de la campiña británica, ciertamente da a la película aires de predecesora de El hombre de mimbre (Robin Hardy, 1973), el clásico de culto del cine de terror inglés, con la cuál sin embargo flaquea en la comparación.

Aunque las escenas oníricas y casi alucinatorias con las que se abre la película rozan lo maravilloso, el metraje pronto se derrumba en escenas poco excitantes que solo nos hacen querer pasar más tiempo con el tipo en calzoncillos de cuero y cuernos de ciervo, el monje satánico y la bruja verde con plumas en la cabeza del principio. No es que La maldición del altar rojo no tenga sus puntos fuertes, con las apariciones de Karloff y Lee a la cabeza, y los ya mencionados elementos fantásticos que la hacen mucho más sugerente y espeluznante no ya de los dos ejemplos ya mencionados, sino de todo el resto de sí misma. El problema es que el film toma la desconcertante decisión de prestar la mínima atención a estas icónicas interpretaciones y esta imaginería satánica, y nos obsequia con más escenas de las necesarias siguiendo a su insulso protagonista y un personaje femenino que, aunque está encarnado por Barbara Steele, otro icono del terror, apenas está escrito más que para reaccionar a todo lo que ocurre. El resultado es sugerente, pero no mucho más.

4. Re-Animator (Stuart Gordon, 1985)

Reanimator

Sería imposible hablar de las adaptaciones cinematográficas de H. P. Lovecraft sin hablar de Stuart Gordon. El icónico director de cine de serie B ha hecho tanto por trasladar los relatos del escritor de Providence a clásicos del cine de terror que, de las diez adaptaciones que traemos aquí, cuatro están firmadas por Gordon. Y la primera que mencionamos no es solo quizás la película más emblemática de la carrera de Gordon, sino puede que también de esta lista. Re-Animator (1985) es con total seguridad la mejor definición de en qué consiste una obra maestra del cine de serie B y su acierto inicial de una serie de decisiones exitosas es que adapta el fantástico relato Herbert West, reanimador.

La película es un maravilloso ejemplo del grandísimo talento imaginativo de Lovecraft, pero también de Gordon, que adapta y actualiza el terror cósmico del escritor y lo barniza con un toque de comedia y sentido de lo macabro que, lejos de traicionar el mensaje de Lovecraft, lo amplifica. Encerrados en un bucle de reanimaciones y muertes, el icónico Herbert West y su asistente Dan se las dan de Doctores Frankenstein modernos atrapados en el mismo torbellino de vísceras y cadáveres rabiosos que han desatado. Un auténtico espectáculo macabro, con multitud de desnudos, desmembramientos y delirantes efectos prácticos, Re-Animator se ha consagrado merecidamente como una obra maestra del cine de serie B donde se aúnan con toda la violencia y fuerza posibles el terror más espantoso y la comedia más ridícula.Lovecraft no fue precisamente la alegría de la huerta. Perdió a su padre siendo muy niño, creció con una madre misántropa y sobreprotectora en un hogar burgués venido a menos en el que vivió hasta que su progenitora murió cuando él tenía 31 años. De joven apenas salía, vivía como un ermitaño y solo se relacionaba con su madre y con sus tías. Al poco de morir su madre se dio cuenta de que se agotaba la fortuna familiar y de que no podía vivir de su escritura, así que tuvo que aceptar pequeños encargos.

5. Re-sonator (Stuart Gordon, 1986)

Resonator

Aunque sea seguramente uno de los pináculos de la obra de Lovecraft, la brevedad y los indescriptibles terrores del relato Del más allá no lo hacen particularmente sugerente para ser adaptado a la gran pantalla. Nada fuera del alcance del talento de Stuart Gordon, que poco después del éxito de su clásico Re-Animator nos obsequiaba con este terrorífico relato donde unos científicos fabrican un extravagante aparato de ondas que es capaz de rasgar el velo entre nuestro mundo y una horripilante dimensión paralela. Gordon no se corta al actualizar y rellenar el breve relato de Lovecrafty añadirle sugerentes elementos sexuales y todo tipo de monstruosidades de la carne.

No deja de ser cierto que, al ser tan cercanas en el tiempo y contar con hasta dos actores protagonistas repetidos (Jeffrey Combs y Barbara Crampton), la película será comparada inevitablemente con Re-Animator y puede que con tal competidor no salga bien parada. Pero eso no quiera que sea una obra gloriosa de la serie B en sí misma, mucho más sexual y perversa y con unos efectos prácticos si cabe más espantosos y geniales, que nada tienen que envidiar a David Cronenberg y a John Carpenter. Puede que sea más graciosa que terrorífica, pero esta espantosa gamberrada no solo merece ser recordada como una de las mejores adaptaciones de Lovecraft y de las obras de Gordon, sino como una auténtica joya del cine de terror por derecho propio.

6. The Resurrected (Dan O’Bannon, 1991)

The Resurrected

Dan O’Bannon es un de esos casos curiosos de nombres inmediatamente reconocibles del cine de género que, sin embargo, cuenta con una carrera un tanto sospechosa. Si bien ostenta la autoría de los guiones de nada más y nada menos que Alien, el octavo pasajero (Ridley Scott, 1979), Desafío total (Paul Verhoeven, 1990), Lifeforce, fuerza vital (Tobe Hooper, 1995) y Estrella oscura (John Carpenter, 1994), todos ellos fueron en colaboración con otros. Sus incursiones en la dirección fueron, en el mejor de los casos, irregulares, y su adaptación de El caso de Charles Dexter Ward en la forma de The Resurrected (1991) no es el ejemplo más edificante. Y si bien el resultado no es necesariamente inservible, hemos de reconocer que es de los menos encomiables de esta lista.

El problema de The Resurrected no es su bajo presupuesto, aunque éste se deja ver en más ocasiones de las necesarias en la forma de ciertos aspectos técnicos desmejorados y algunas interpretaciones que rozan lo patético. El problema es que, en el contexto de las adaptaciones de Lovecraft, si vas a intentar hacer lo que hace Stuart Gordonmás te vale no hacerlo tan manifiestamente peor que él. La película tiene sus sustos y sus sugerentes imágenes macabras y, por cierto, algunos buenos momentos gracias a la energética interpretación de Charles Dexter Ward/Joseph Curwen por parte Chris Sarandon, que trae a la película más talento que todo el resto del reparto junto. Pero para cuando salen a la luz sus mejores monstruosidades ya es demasiado tarde para rescatar interminables secuencias de un detective privado con cara de pan incapaz de reaccionar creíblemente a nada más que a la apariencia de barbie de la mujer de WardLo más terrorífico acaba por ser la sorprendente invasión de cuadros de veleros por todos lados, que dan a entender que los personajes están atrapados como Truman en el plató alucinado del episodio piloto de una sitcom abortada de principios de los noventa.

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